Pastoral 08 de Septiembre - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira
¡Visión y Pasión por Bolivia!
El profeta Isaías tuvo una Visión cuando murió el rey Uzías. Quizá hay una persona en tu vida que está impidiendo tu plena Visión del Señor. La expansión espiritual tiene un alto precio y hay que pagarlo a veces mediante una decisión crucial. ¿Estás preparado para una Visión a ese alto precio, la pérdida de un amigo o de una carrera? No hay precios de ganga para una verdadera renovación espiritual. Si sólo quieres ser sabio y santificado para tu propia satisfacción, el ejército del Señor no tiene necesidad de ti.
Isaías tuvo una visión en tres dimensiones. Observadlo en Isaías 6; versículos 5 al 9: “¡AY DE MÍ!”, una frase de confesión y limpieza; HE AQUÍ, la palabra de entrega; ANDA Y DÍ, la palabra de comisión (v. 9).
La Visión que tuvo el hombre fue hacia arriba, vio al Señor, fue interna – se vio a sí mismo; y fue externa – vio al mundo. Fue una Visión de la santidad de Trono de Dios. ¡Cómo necesitamos en nuestra generación una Visión de Dios con toda su santidad! Esto traerá a nosotros la necesidad de humillación: “Yo soy inmundo”. Y nos impulsará a responder al anhelo del Trono: “¿Quién irá por nosotros?”
La Visión del profeta fue de altura – vio al Señor sobre un trono alto y sublime. También una Visión de profundidad – vio los escondrijos de su propio corazón. Pero luego tu una Visión de anchura – vio al mundo. En esta hora cuando la generalidad de la Iglesia conoce más de promoción que de oración; cuando se ha olvidado la consagración, convirtiéndola en competencia, y se ha sustituido la propagación por propaganda, esta triple Visión es imperativa. Donde no hay Visión “el pueblo perece o se desenfrena” (Proverbios 29:18). Donde no hay Visión, perece la Iglesia aun cuando se vea llena hasta las puertas.
Y esta Visión nos lleva a tener Pasión por la Obra del Señor, pasión por las vidas, pasión por los perdidos. Esta Pasión es la señal de que nunca más volvimos a ser lo que éramos antes.
Un predicador mundialmente famoso, que había sido usado poderosamente por Dios en años pasados para un verdadero despertamiento (distinto del actual evangelismo de masas), compartió que había tenido una Visión así. Tenía su rostro asombrado cuando contaba que no sabía si estaba o no en el cuerpo o había sido transportado, pero que pudo ver una multitud incontable sumergida en un abismo, rodeada de fuego, encerrada en el “manicomio del Universo”: EL INFIERNO. Este predicador nunca más fue lo que había sido antes, desde que tuvo esta Visión. ¿Cómo podía ser de otro modo? Pasó desde entonces a ser movido por una Pasión que le dirigió pasos y decisiones.
¡Oh, que Dios nos concediera una revelación semejante que rompiera nuestro corazón! ¿Nos hemos educado en el secreto de la oración y en la escuela de la adversidad, de tal modo que nuestros espíritus pudieran soportar semejante Visión quebrantadora? Bienaventurado el servidor de Dios a quien el Señor imparta esta Visión espiritual de la realidad que nos rodea en nuestra ciudad y Nación.
En este mes de Santa Cruz, dejémonos ministrar por el Espíritu de Dios que levanta, cada día, a Su ejército de intercesores para que nuestra Tierra sea bendecida por un derramar de poder y de unción. ¡Que un bautismo de fuego venga sobre toda la Iglesia de Jesús y veamos el Mover de Su Espíritu de modo sobrenatural, patente y contundente en todos los rincones de nuestro país!
En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.